Posted by : SIF viernes, 17 de octubre de 2014

¡Alcahuetes y Cabronas! Para los que no sepan, estoy haciendo un taller de crítica de cine con el objeto de mejorar la calidad de mis reseñas. Hoy les dejo una tarea que hice para el taller -por esa razón, tenemos una producción yankee no nipona-. Comencemos: 

Detesto los últimos días del año por su asqueroso ambiente festivo. A mis veinticuatro años la víspera sigue siendo una experiencia horrorosa. Largas filas en las tiendas, Santiago corriendo para llegar temprano a casa y por supuesto, mi tarjeta de crédito reventó por  sobre giro. Lo peor son los vendedores callejeros: ofreciendo seguridad como guirnaldas en navidad o calzones amarillos en año nuevo. Stay safe, pienso para mí mismo.


Miro mi reloj, son apenas las cuatro y cinco ¿Por qué el supermercado cerró tan temprano? Espero unos minutos. Un pensamiento me aterroriza, vuelvo a mirar mi reloj: cuatro y cinco. Sudo helado… ¿Cuánto tiempo tengo para volver a casa? Escucho gritos dentro del supermercado, acallados por unos estruendosos disparos, eran de mujer. La Puga acaba de comenzar. Boto las bolsas que llevaba, y corro. 

La Purga: Anarchy es la segunda parte de una Distopia, un mundo en el que no queremos vivir a pesar de que está situada en un Estados Unidos casi idéntico al que conocemos: Filas de gordos quejándose de su hamburguesa en el Mc Donalds mientras su congreso aprueba otra guerra en un país que sus ciudadanos no son capaces de identificar.

¿Qué hay de diferente? Poca cosa, una vez al año se celebra una fiesta nacional llamada la Purga, en honor a los nuevos padres fundadores. 

Más rudo que videoclip de reggeaton.
La finalidad de esta es desahogar todo el instinto y resentimiento connatural al ser humano o de cualquier ciudadano norteamericano con colesterol alto. La ley se suspende por veinticuatro horas, con excepción de una: cualquier crimen estará permitido con absoluta inmunidad –salvo el terrorismo, en memoria del once de septiembre ¿Creen que no tenemos humanidad? La libertad tiene un límite-.

Mientras corro por las calles trató de evitar cualquier contacto humano, ya que así son las cosas en la Purga. No confíes en nadie. Es difícil ser altruista el día que tienes un derecho constitucional a clavarle un hacha en el hemisferio derecho del cerebro de la primera persona que encuentres.

Esto sucede cuando obligan a los ciclistas a usar casco!
La idea es hermosa, y me tuvo toda la película intrigado. Sin embargo, nunca logró hacerme gritar: ¡Obra maestra orweliana! ¿Por qué? Los diálogos y actuaciones son buenos, toda la cinta me compré la parada de “Mad Max” del protagonista y de los flaites de turno que encontraba en las calles. 

Hasta lo blindo a lo Mad Max, quiero creer que fue un lindo tributo. 
El problema estuvo en el ritmo. La película tenía más pausas que un tartamudo cantando o un asmático corriendo, es decir: Disparos, intensidad y…ataque de asma. Más intensidad, ahogo un grito y…de nuevo inhalador. Sin perjuicio de esto, siempre mantuvo nivel alto de intensidad aunque tuviese que empezar de cero en cada ocasión. Definitivamente, hubiese sido excelente con un cambio

En conclusión ¿Vale la pena? Sin duda. Especialmente por los últimos minutos en que el director vomita toda su crítica social por medio de los labios de uno de los villanos más fríos que he tenido la suerte de conocer. En un dialogo digno de Guy Montag y el capitán Betty de Farenheit 451. 

Comenten, bitches. 
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The world can burn to ashes without my concern.

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